En el Starbucks de Fuencarral, en Madrid, hay un camarero muy guapo, otro menos guapo y otro muy especial. El que es muy especial tiene síndrome de down. Recoge los platos que se dejan los clientes, pasa la escoba por debajo de las mesas y ordena las sillas en el momento en que nosotros las dejamos desordenadas. Lo hace mejor que nadie. Sale de su casa, se viste, se arregla, se siente útil gracias a una empresa que lo ha contratado. Algunas empresas podrían tomar nota: determinadas personas estamos mucho más felices en un sitio en el que nos atiende un chico con síndrome de down. Valoramos y premiamos que se les dé trabajo a personas que son como tú y como yo, pero que hasta ahora han gozado de menos oportunidades.
Feliz viernes!
Curro